Me llamo Lucía. Alguna vez me hice llamar Milena. Pero no, me llamo Lucía, tengo 34 años, transité la infertilidad, y con ella vinieron mil problemas más... todavía los padezco... necesito contarlos y compartirlos. Gracias por estar ahí.

lunes, 24 de mayo de 2010

Algunas tonterías en el camino de la búsqueda

Amigas,
no saben la infinidad de cosas que he hecho en este tiempo suponiendo que, al hacerlas, tendría más chances de quedar embarazada. Se las cuento a ver si a uds. les ha pasado lo mismo:
a) terminar de tener sexo y levantar las piernas cual contorsionista rusa, suponiendo que así los espermatozoides verán su camino facilitado
b) dejar de usar lubricantes, por las dudas dañe a los bichitos arriba mencionados
c) tener relaciones con miles de hongos rondando mi vagina, sólo para no perder la probable fecha de ovulación
d) dejar de tomar coca cola, por las dudas dañe mis óvulos
e) pedirle a mi marido que tome vitamina c, para que ayude a sus zoides
f) autonconvencerme de que no estoy pendiente, pero mentirme a mí misma porque sé que lo estoy
g) anotarme en cientos de páginas web que prometen darte la receta de cómo quedar embarazada en 60 días aún con las trompas obstruidas
h) llevar amuletos de todo tipo para la fertilidad: probé con uno incaico, uno griego, uno maya, uno que me recomendó una gitana, uno turco, y uno ecuatoriano.
i) ponerme a ver películas de comedias para intentar reírme, suponiendo que así me pondría "positiva", y sería más fácil quedar embarazada
j) creer fervientemente en esa teoría del "útero celoso", dado que el 80% de mis amigas estuvo o está embarazado en los últimos dos años.
k) hacer terapia, que me sirvió igual y mucho, pero no para esto
l) flores de bach
m) ya no me acuerdo, pero seguro hay más...

Lo que sigue sin haber, son buenas novedades...

viernes, 14 de mayo de 2010

La cirugía

El día de la cirugía sólo tenía miedo a la anestesia. Todo lo demás me parecía olvidable. También temía, particularmente, el momento en el que despertara y me dijeran cómo había salido todo. ¿Y si no había sido posible destapar las trompas?
A veces la vida nos da un respiro. Y entonces, cuando me desperté, me dijeron que había salido todo bien. Lamento enormemente no recordar ese momento, víctima de los sedantes y de la anestesia, no recuerdo ni un sólo segundo de todo eso. Pero sí recuerdo cuando llegó el médico, a la tarde, a darme el alta, y volví a preguntarle lo que mi marido y mi familia ya me habían dicho. Pero quería escucharlo yo, con mis orejitas, yo solita.... y sí, me dijo "pudimos destapar las trompas". Tenía una endometriosis brutal, más una especie de pólipo o no sé qué que no permitía el pasaje de los espermatozoides ni de los óvulos.
Tuve un postoperatorio de miércoles. Una verdadera porquería. Sufrí como condenada unos terribles dolores que me hacían llorar a cada minuto. Una constipación del demonio que no me permitía ir al baño, mientras seguía inflándome como un globo. Un dolor fuertísimo en el hombro y en el cuello, que dicen que es normal, pero que nadie me había avisado que existía. Unas náuseas profundas y sostenidas. Falta de apetito y consiguiente debilidad por más de una semana.
En esas condiciones me preguntaba: ¿podré sobrellevar un embarazo? ¿todavía quiero ser madre? No me fue fácil contestar a esta pregunta. Una vez más, no era yo de aquellas mujeres que piensan que la maternidad lo es todo y que ven esos momentos de la vida como ideales, plenos, de realización personal. Yo pienso en el embarazo como un proceso a costa de mi propia individualidad. Seré egoísta, puede ser, pero es lo que me pasa. Nunca tuve una vida de novela. Parece que buscar un hijo no será la exepción.

Y ahora, qué hacemos??

Esa fue la primera pregunta que se me cruzó por la cabeza. ¿Qué hacer? Y juro que nada tenía que ver con las cavilaciones del camarada Lenin. Esa fue la primera vez que entré a un foro de infertilidad. Yo todavía no sabía bien por qué yo no podía tener hijos, sabía que mis trompas no eran permeables, pero nada más. ¿Tenía solución eso?
Hicimos dos consultas con dos médicos diferentes. Los dos dieron el mismo veredicto: hay que operar. Sólo mediante una laparoscopía podríamos saber si podían destaparse las trompas o no. Si lo lográbamos, el siguiente paso sería estimular mi ovulación para asegurarnos al menos un óvulo disponible por mes. Si no se lograba el objetivo, entonces deberíamos comenzar a pensar en una FIV (fecundación in vitro). Todo eso justo en el momento en que yo sabía que me quedaba sin trabajo a los dos meses.
Demás está decir que mis amigas seguían embarazándose "como si fuera fácil".
Y yo seguía carcomida por un dolor interior que no podía explicarle a nadie. Ni siquiera a mi marido, que ya tiene un hijo de un matrimonio anterior, y que intenta hacerme sentir bien diciendo "yo también quiero tener un hijo con vos", pero que ya es padre, y por lo tanto, no tiene esa duda atroz que le carcome las tripas, esa pregunta sin respuesta, ese interrogante que a mí no me deja dormir.... ¿tendré hijos alguna vez? ¿podré ser madre? El ahí, en lugar de preguntas, tiene respuestas, certezas. Si a eso le sumamos que hombres y mujeres vivimos de una forma muy diferente la experiencia de buscar (y tener) un hijo, que significa cosas diferentes en nuestras vidas... pues bien, yo me sentía más sola que Adan en el día de la madre, valga la comparación.
Nos fuimos una semanita de vacaciones, con su hijo. Él estuvo todo el tiempo con el nene; yo, pintada al óleo. Me sentí más sola todavía. Al regresar, tendríamos que decidir si yo me operaba o no. Era una decisión de a dos, pero al quirófano yo iba a entrar solita....

domingo, 9 de mayo de 2010

La noticia temida

Habiendo pasado ya 10 meses desde que habíamos comenzado la búsqueda de nuestro hijito, y sin poder yo controlar ya ni la angustia ni la ansiedad, le pedí a mi ginecóloga que por favor indagara al menos en las cuestiones básicas de funcionamiento orgánico para saber si estaba todo ok. Me pidió análisis hormonales e histerosalpingografía para mí, y un espermograma para mi marido.
Mis estudios hormonales dieron bien. Yo tengo hipotiroidismo pero lo controlo desde hace ya varios años.
Cuando me hicieron la histero, la técnica radióloga me dijo "del lado derecho pasa bien el líquido, pero del lado izquierdo está costando". Cuando terminó todo  me dijo "finalmente pasó el líquido también del lado izquierdo". Como pueden imaginarse, salí feliz.
El 22 de diciembre de 2009 fui a retirar ese estudio, tenía a la tarde turno con mi ginecóloga, quien miraría con ojos de experta esas fotos raras de mi útero. El resultado decía "prueba de cotte positiva patológica a la derecha, prueba de cotte negativa a la izquierda". Pues bien, amigos y amigas, eso quería decir que el líquido no pasaba por la trompa izquierda, y que por la derecha pasaba pero de forma "patológica". Eso no era lo que me había dicho la radióloga pero, lamentablemente, era lo que decía el estudio y sobre todo, lo que se veía en la radiografía... la ginecóloga fue contundente: "con las trompas en este estado no vas a poder quedar embarazada de forma natural".
Creo que pocas veces lloré tanto en mi vida... llovía y me mojaba mientras lloraba. Encima, había ido sola, porque suponía que el resultado estaba bien. Llamé al Barba en un sólo grito ahogado de dolor y de angustia, él estaba trabajando.... suspendió todo y se vino a casa a abrazarme. Yo no podía parar de llorar.
El 24 de diciembre estuvo el resultado del espermograma de él. Sólo un 7% de sus bichines sirven. Lo lamento, pero si siempre me costó creer en Dios, ese día mis pocos atisbos de creencias se hicieron trizas. Así íbamos a festejar la navidad? Nuestro dolor era tan grande que no podíamos siquiera esbozar una sonrisa...

sábado, 8 de mayo de 2010

Problemas técnicos

Siempre fui una cuadrada con la computadora. Armar este blog me está sacando canas verdes. Quiero poner un contador, fotos, cosas bonitas, y me resulta imposible. Si alguien sabe cómo darme una mano, estaré muy agradecida!!!

Los primeros meses

Y así estábamos los dos, fascinándonos con París, emocionándonos con Roma, y haciéndonos arrumacos justo en fecha en Venecia. Yo estaba tan convencida de mi deseo de ser mamá que me sorprendía cada día. Porque, como dije, eso no era así, no había sido así nunca, y ahora tan tranquila... Quizás por eso cuando llegó la muy maldita colorada tuve ese primer momento de vacío, de angustia. Pero claro, pasó pronto, porque era el primer intento. Una sonrisa y a seguir buscando, que realmente es algo precioso, ¿no?
Pasaron los meses y seguíamos en la misma situación. Alguna vez había leído que, de las parejas sanas, un 70% quedan embarazadas en el primer semestre, y un 25% al año. Y que sólo un 5% lo conseguía después de haber intentado un año. Quizás porque eso había quedado dando vueltas en mi cabeza, cuando se cumplieron los primeros 6 meses de búsqueda, comencé a angustiarme. Mi "menstruación número 6" vino con los dolores de siempre y algunos nuevos: la duda de si podría o no ser mamá alguna vez. Algo desconocido para mí. Mientras tanto, quizás por la edad, quizás por el momento de la vida, quizás por una combinación de todas esas cosas, mis amigas quedaban embarazadas casi al mismo tiempo, todas ellas sin esperar ni siquiera tres meses, siempre al primer o segundo intento. Yo, "seguía participando".

viernes, 7 de mayo de 2010

Cómo comenzó todo

El primer camino arduo, difícil, fue el de decidirme a buscar un hijo. No había para mí fórmulas tradicionales que se me pudieran aplicar. Yo no soy una mujer de esas que dicen "siempre supe que iba a tener hijos", o bien "nunca tuve dudas de que quería ser madre", ni mucho menos de las que pensaban que la realización femenina pasaba por la maternidad.
Así que, aún cuando ya hacía unos años que estaba en pareja, conviviendo con el barba, y que además ya contaba con 30 años, no sentía ningún impulso, ningún apuro, mucho menos un "instinto", por buscar un bebé. Él ya tiene un hijo y yo lo suponía menos interesado por eso. Pero no. El que comenzó a insistir fue él. Y yo, que estaba perdidamente enamorada, me comencé a preguntar si no podía ser un buen plan. Y me entusiasmé. Y me fui haciendo a la idea de que, quizás, finalmente yo no sería tan mala madre como se me ocurría que podría serlo. Que quizás podía tolerar la idea de que un bebito me quitara horas de sueño, belleza - que de por sí escaseaba - y libertades.
Y así fue que a pocos meses de cumplir mis 32 años me decidí, junto con el barba, a buscar a nuestro bebé. Era abril de 2009. En pocos días viajábamos por primera vez a París. Era el momento ideal para encargar nuestro hijito. O al menos, parecía serlo.