Me llamo Lucía. Alguna vez me hice llamar Milena. Pero no, me llamo Lucía, tengo 34 años, transité la infertilidad, y con ella vinieron mil problemas más... todavía los padezco... necesito contarlos y compartirlos. Gracias por estar ahí.

domingo, 30 de octubre de 2011

DESPERTAR

Corría por unos campos llenos de flores, jugando con mi hijita, que ya tenía algo más de un año y corría torpemente, como los niños cuando empiezan a dar sus primeros pasos. El cielo estaba límpido y celeste. Me invadía una sensación de plenitud y felicidad infinita. Y entonces, entre sueños, un poco atontada, abrí los ojos y estaba saliendo del quirófano. Sentí un dolor muy fuerte en la vejiga y una molestia demasiado fuerte en la uretra. Eso quería decir que ya tenía puesta la sonda y no podía creer cuánto podía llegar a molestar. Me la quería arrancar. Un poco atontada entré a la habitación, estaban mis padres. Pregunté la hora: las 17.30. Había estado en quirófano poco más de 5 horas. Pregunté si todo había salido bien y me dijeron que sí. Me tranquilizó la respuesta pero el dolor y la molestia de la sonda seguían siendo demasiado fuertes.
A las 19 hs. vino mi marido con mi pequeñita y su otro hijo. Saludé, sonreí, y volví a ensimismarme en mis sensaciones, preguntándome cómo haría para soportar tantos días de esa sensación tan extraña. Pasaban los minutos y las molestias y dolores empeoraban. Alrededor de las 20.30 hs comencé a llorar, a preguntarle a mi mamá, a los gritos y entre medio de espasmos de llanto, por qué tenía que pasar por todo eso, por qué me pasaba todo esto a mí, qué había hecho mal en la vida, por qué se me estaba castigando de este modo. Mi mamá me agarraba la mano y trataba de calmarme, mi papá ya se había vuelto al pueblo a descansar un poco dado que todo había salido bien. A las 21 hs la enfermera, viendo mis dolores en franco aumento, especialmente los abdominales, llamó a la médica de guardia, quien a su vez llamó a mi cirujano. A partir de allí los minutos se me hicieron eternos. El médico no llegaba. Lo llamé yo al celular y le pedí que se apurara, que realmente me sentía mal. Me dijo que en diez minutos estaría en el sanatorio.... y pasaron 15 y no había llegado. Y yo, que nunca quiero molestar, volví a llamarlo para decirle que por favor hiciera algo. Me contestó amablemente que ya estaba en el sanatorio y que estaba subiendo a mi habitación. Llegó a las 21.40, me revisó y comenzó a poner cara de preocupación. Yo le pedía que me sedara, no podía soportar los dolores ni la sensación de tener que orinar y no poder (algo muy loco porque tenía puesta la sonda) A esa altura, yo ya había prendido el aire acondicionado de la habitación y lo había puesto en 18 grados aún cuando afuera estaba fresco. Pero me moría de calor, me transpiraba íntegra, mi mamá me secaba y yo me volvía a mojar entera. Me desvanecía durante segundos y volvía. Sentía que me moría. Lo que sigue lo recuerdo de a retazos, porque me desvanecía muy seguido. Sé que luego de una revisación exhaustiva, el médico dijo "tenemos que volver a quirófano". Mientras tanto entraban y salían médicos, enfermeros, bioquímicos... me sacaron sangre dos veces, y al rato vinieron con unidades de sangre para transfundirme y comenzaron ahí mismo, en la habitación. Mi mamá ya había llamado a mi papá para decirle que me operaban de nuevo. Le pedí a mi mamá que si me pasaba algo cuidara a Verita, que le contara  cuánto la había amado... De pronto, el médico dijo que ya habían llegado todos: anestesista, instrumentista, hemoterapista, su equipo de cirujanos y mi suegro (cirujano y amigo suyo). Mi suegro me agarró la mano y yo sólo le dije "por favor, cuidame". Cuando me estaban por llamar a quirófano llamé a mi papá para preguntarle si le faltaba mucho, me dijo que ya estaba cerca. Cuando me llevaban al ascensor en la camilla, escuché su voz, no pude verlo, pero al menos escuché su voz. Para mí todo eso era una gran despedida. Entramos al quirófano y yo comencé a tranquilizarme porque sabía que en minutos me iban a anestesiar y el dolor iba a parar. No me importaba más nada. Pensaba con fuerza en mi hija y el dolor era más fuerte aún, y me nublaba su imagen, su cara. El cirujano comenzó a sacar los puntos de la cirugía anterior antes de que me anestesiaran y a mí no me importaba tampoco. Comencé a sentir un ardor en el brazo, señal de que estaba ingresando la anestesia, y entonces me entregué, deseando sólo poder despertarme y zafar de esa situación.
Dos horas después me despertaron, no recuerdo casi nada. Sólo que me explicaron que tuve una hemorragia interna muy importante, que entré al quirófano casi en estado de shock, que no encontraron el foco sangrante pero sí el hematoma - huella de la hemorragia-
Mi suegro me dijo que son cosas que suelen pasar. El cirujano urólogo estaba amargadísimo. Mis padres, aterrados. Mi marido, angustiado. Yo por primera vez me sentía mejor, a pesar de los dolores del tajo, del manoseo interno, de la espalda, etc. Tenía unos fuertísimos dolores de espalda y de hombros, producto de la irritación del diafragma y del peritoneo.
A la hora siguiente, mis padres dormían en la habitación, mi mamá en un sofá cama, y mi papá arriba de unos almohadones que tiró en el suelo. Yo no me pude dormir ni un segundo porque creía que si me dormía me iba a morir. No derramé una sola lágrima: sabía que si empezaba no iba a poder parar.
Supuestamente, ya todo había pasado. Eran las 2 am.
A las 6 am pasó el cirujano y constató que todo estaba bien... pero mi cabeza había estallado en pedacitos.
Escribir aquí es parte del trabajo de juntar esos pedazos. Gracias por leer. En el próximo post prometo foto de mi princesa, como para ir mechando =)

lunes, 24 de octubre de 2011

Esta soy yo

Pasé muchas cosas duras, pero esta última me superó. Ahora estoy dolorida y no puedo ponerme a escribir en detalle. Baste decirles que en la cirugía en la que debían reparar el uréter casi dejo la vida. O mejor dicho: esa cirugía parecía haber salido bien (duró 5 horas) pero 3 horas después hice una hemorragia interna y entré de nuevo a quirófano casi en estado de shock.
Todavía no ha terminado todo pero al menos parece que ha pasado lo peor.
Todos esos días sufriendo, y mucho, pensaba en que debía escribir esto que me estaba pasando. Pero escribir todo, y desde mí misma. Como alguna vez aclaré en este mismo blog, Mile era mi seudónimo, una manera torpe de conservar un anonimato ridículo para evitar problemas con la ex de mi marido.... hoy he decidido cambiar eso porque estas cosas me pasaron a mí, a Lucía, y necesito contarlas desde ahí... por supuesto, estoy con dos cirugías encima, la panza abierta a lo largo (dos veces en un día), muchos dolores, una sonda vesical, un miedo terrible y el ánimo por el piso. Esto quiere decir que me llevará tiempo contar todo lo que les quiero contar, que es mucho, y que va más allá de la infertilidad, sus consecuencias, estas cirugías y etc. Por lo pronto, paso por aquí para decir que, si aún no sé si estoy del todo bien, al menos sé que estoy viva y eso no es poco. A medida que pueda iré pasando para contar todo esto que necesito contar para que se haga más liviana la carga... y a quiénes si no a uds que siempre estuvieron ahí?
También llegarán las más detalladas disculpas que debo pedir por no pasar a contar los primeros meses de vida de Verita, porque temía que alguna se sintiera mal por leer la felicidad que yo tenía y que a muchas se les niega (o se nos ha negado). Craso error y ceguera infinitas.
En fin, gracias por seguir ahí, y mientras pueda, iré contando lo que anuncié.
Besos a todas,
Lucía

domingo, 16 de octubre de 2011

Este día de la madre, víspera quirúrgica

Este día de la madre me encuentra con mi princesita en brazos. Sé lo que sufren mis amigas bloggeras estos días porque yo también lo he sufrido y he llorado a mares. Así que me siento un poco culpable de postear algo, después de tanto tiempo, justo este día.
Me he sentido un poco sola en el blog, pero es cierto que sabía que cuando una logra tener su hijo en brazos, a pesar de seguir leyéndolas día a día, pasa a estar en "otra categoría", y la verdad es que se siente raro, rarísimo.... ser parte y ya no serlo, ser infértil y tener a mi peque en brazos.
El año pasado, el día de la madre yo estaba embarazada, lo sabía desde hacía 3 semanas, pero estaba esperando la intervención que me permitiría seguir adelante con mi embarazo llena de miedo: me colocaban el famoso catéter para que el riñón comenzara a drenar el líquido acumulado.
Hoy el día de la madre me encuentra, como dije, con la peque en brazos, pero en otra víspera, más angustiante: el miércoles me operan finalmente, me hacen una cirugía de reimplantación ureteral. Esto significa que me van a cortar la parte dañada del uréter y, como está muy cerca de la vejiga (el daño), agujerearán la vejiga para colocarl el ureter ahora más corto por ahí. Eso implica un postoperatorio largo, complejo y doloroso. Muchos días en sanatorio y muchos días más en casa en recuperación, con sonda.
Lo que más me pesa es estar lejos de la pequeña flor tantos días. Hasta ahora venía tomando sólo teta y yo, a pesar de ya estar trabajando desde hace más de dos meses, vivo pendiente de ella y para ella. De pronto se encotnrará todos los días en su casa pero con su papá, yendo a visitar a su mamá por horarios cortos, sin poder tomar la teta y teniendo que acostumbrarse definitivamente a la mamadera y a la leche maternizada.
Entonces sí, claro que estoy feliz en este día, pero también me pregunto por qué yo tuve que pagar tan pero tan caro la llegada de una hija a mi vida... porque como recordarán, me operan de esto para arreglar la mala praxis de la laparoscopía que me hicieron para destapar las trompas.
Desde ya, no sé si es obvio o no, pero mi peor miedo es morirme y que Verita crezca sin su mamá. Que tanta lucha quede trunca... se supone que morirme no es una posibilidad, porque si bien la cirugía es compleja, no estaría ESE riesgo. Pero de todos modos, los miedos no siempre son racionales.
No me queda otra opción que operarme y pronto, porque desde que me sacaron el catéter hace 18 días todo volvió a fojas cero y mi riñón está de nuevo al borde del colapso, además que ya había quedado más pequeño desde la hidronefrosis anterior. En fin, así estamos... ojalá salga todo bien. Un abrazo para todas, a quienes leo SIEMPRE, aunque no siempre me sienta con el valor o el ánimo para comentar.