Me llamo Lucía. Alguna vez me hice llamar Milena. Pero no, me llamo Lucía, tengo 34 años, transité la infertilidad, y con ella vinieron mil problemas más... todavía los padezco... necesito contarlos y compartirlos. Gracias por estar ahí.

sábado, 6 de abril de 2013

MIEDO


¿Sabés qué? Hace tiempo que tengo miedo de morirme. No es un miedo repentino y transitorio, como el miedo a la muerte que te invade cuando la angustia te desborda y no encuentra salida. Tampoco es el miedo a la muerte lejana, esa cosa abstracta que a todos nos toca pero que nadie conoce. Es sentirme finita. Es sentirme demasiado vulnerable. No me siento una persona sana, tampoco una persona fuerte. No sé si son fantasías mías pero cada dolor puede convertirse en signo de algo terrible. Tampoco me siento hipocondríaca. Tengo tan poca imaginación que ni siquiera me alcanza para suponer algo con nombre y apellido. Sólo miedo, mucho miedo. A  veces pienso que voy a morir joven. Que no tengo resto, ni salud. A veces, por suerte, pienso que no hay motivos para sentir eso. De todos modos lo que no se me va es la sensación permanente de amenaza. De que algo feo puede pasar(me). Por suerte no temo por los afectos, sino creo que los enloquecería y también enloquecería un poco yo, más de lo que estoy. Me da rabia todo lo que viví y no aprendí a capitalizar nada de todo eso. Por el contrario, sólo siento cosas malas y rabia, mucha rabia, mucho enojo , mucha incomprensión, mucho “¿por qué a mí?”. Y yo que necesito entender todo, todo… qué gil. El año pasado fantaseábamos con tener otro bebé. Queríamos comenzar una búsqueda que sabemos no es fácil en nuestro  caso, en diciembre de 2012 o enero de 2013. Fui a consultar a mi obstetra, quería saber su opinión. Fue sumamente honesto. Lo bueno: dijo que yo no tenía ni un uno por ciento más de posibilidades de morirme que cualquier embarazada. Lo malo: dijo que lo mejor era un parto vaginal, pero que si no se desencadenaba pronto (qué es pronto?), prefería programar una cesárea para poder hacerla bien y con tiempo, y sobre todo con un equipo ampliado de profesionales (un cirujano urólogo presente, por supuesto). Hasta habló de ponerme un catéter antes de la fpp a fin de poder visualizar bien el uréter en caso de tener que hacer la cesárea. ES que no es un abdomen fácil el mío con 5 cirugías encima. Por ahí puede andar todo pegoteado y complicado y mejor tomar las precauciones del caso. Encima tengo la vejiga abierta de punta a punta (y cosida, claro). Eso puede provocar que esté muy pegoteada al útero y también complicar todo. Con ese hermoso panorama asumí, en un mar de tristeza, que no estoy en condiciones de embarcarme en este proyecto, porque no puedo siquiera imaginar volver a pasar por un quirófano. Tengo la certeza de que si voy al quirófano, me muero. Que esta vez no me salvo. Por momentos esta misma idea me parece ridícula. Pero en otros momentos tiene tal fuerza que me asusta. Como sea, sigo tomando los anticonceptivos y quizás me esté llenando también de la puta endometriosis que tanto me complicó la búsqueda de un hijo. No todo es malo: Verita es un sol y me llena la vida de alegría. Pero como sigo pensando que quizás me enferme, o que quizás muera joven, me gustaría que tenga con quien compartir la vida, y un hermano es algo maravilloso. Que por ahora no puedo darle. Hace unos días tuve un sueño: me tenían que operar de la vesícula. Yo me negaba. Me decían “si no te operás algún día podés hacer un episodio agudo con riesgo de muerte”. Y yo contestaba: “y si me opero, me muero ahí adentro. Así que no me voy a operar”. Me desperté con tal angustia que no podía parar de lloriquear. La vida no pinta fácil en estos días. Otro consuelo es que no me siento del todo bien con mi marido últimamente. Por ahí tenemos chispas de buenos encuentros pero después todo parece volver a una rutina demasiado estereotipada. No me gusta ser mujer ni cumplir con los roles que la sociedad nos reservó, pero tampoco sé cómo hacer para revertirlo. Pero bueno, eso será motivo de alguna otra reflexión. Por ahora sólo sé que tengo mucho miedo. De ese miedo que la gente normal no tiene. Porque nadie piensa en la muerte, y yo a veces la siento caminando a la par mío.

4 comentarios:

  1. Hola! Mi nombre es Valeria y te entiendo perfectamente... algo parecido me paso y cuando me di cuenta que con terapia no alcanzaba, comencé con un psiquiatra y hoy por suerte estoy mucho mejor! si te interesa te cuento la próxima mi historia!

    ResponderEliminar
  2. Hola Lucía, buscando en google sobre Clomifeno y gonacor, me encuentro con tu blog. También me siento a veces como te sentías vos. Estamos en nuestro tercer año de búsqueda, pero comenzamos los tratamientos de fertilidad recién el mes pasado. Estoy con mi primer ciclo de Clomifeno+gonacor y hoy estoy a la espera de que no llegue la indeseada...tengo miedo y a la vez muchas esperanzas. El leer tu historia me hizo confiar aún mas y nos da fuerzas para seguir. Por otro lado, déjame decirte que tu sol no se quedará sola, habrá Lucia para rato! te mando un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. HOLA LUCIA:
    hoy lei por primera vez tu blog... medio "tarde" porque ya ha pasado casi un año desde que escribiste por ultima vez... espero que te encuentres bien de salud... me ayudó mucho leerte.. tengo un hijo de 2 años producto de mi segunda transferencia de embriones (metodo ICSI), y ahora queremos buscar el segundo pero sin llegar a "tanto". Probaremos con clomifeno y gonacor. Tengo tu mismo problema. Mis folis se luteinizan y jamas "salieron" los ovulos si no es con puncion. Ojalá respondas prontito.. te mando un beso enorme

    ResponderEliminar
  4. Hola, ya casi no paso por acá, no por falta de ganas sino porque las amigas virtuales fueron dejando de aparecer, ya no escriben en sus blogs ni tampoco dejan mensajes en el mío. Ojalá tengas mucha suerte en tu intento, y si querés, contame cómo va todo. Lucía

    ResponderEliminar