Me llamo Lucía. Alguna vez me hice llamar Milena. Pero no, me llamo Lucía, tengo 34 años, transité la infertilidad, y con ella vinieron mil problemas más... todavía los padezco... necesito contarlos y compartirlos. Gracias por estar ahí.

viernes, 14 de mayo de 2010

La cirugía

El día de la cirugía sólo tenía miedo a la anestesia. Todo lo demás me parecía olvidable. También temía, particularmente, el momento en el que despertara y me dijeran cómo había salido todo. ¿Y si no había sido posible destapar las trompas?
A veces la vida nos da un respiro. Y entonces, cuando me desperté, me dijeron que había salido todo bien. Lamento enormemente no recordar ese momento, víctima de los sedantes y de la anestesia, no recuerdo ni un sólo segundo de todo eso. Pero sí recuerdo cuando llegó el médico, a la tarde, a darme el alta, y volví a preguntarle lo que mi marido y mi familia ya me habían dicho. Pero quería escucharlo yo, con mis orejitas, yo solita.... y sí, me dijo "pudimos destapar las trompas". Tenía una endometriosis brutal, más una especie de pólipo o no sé qué que no permitía el pasaje de los espermatozoides ni de los óvulos.
Tuve un postoperatorio de miércoles. Una verdadera porquería. Sufrí como condenada unos terribles dolores que me hacían llorar a cada minuto. Una constipación del demonio que no me permitía ir al baño, mientras seguía inflándome como un globo. Un dolor fuertísimo en el hombro y en el cuello, que dicen que es normal, pero que nadie me había avisado que existía. Unas náuseas profundas y sostenidas. Falta de apetito y consiguiente debilidad por más de una semana.
En esas condiciones me preguntaba: ¿podré sobrellevar un embarazo? ¿todavía quiero ser madre? No me fue fácil contestar a esta pregunta. Una vez más, no era yo de aquellas mujeres que piensan que la maternidad lo es todo y que ven esos momentos de la vida como ideales, plenos, de realización personal. Yo pienso en el embarazo como un proceso a costa de mi propia individualidad. Seré egoísta, puede ser, pero es lo que me pasa. Nunca tuve una vida de novela. Parece que buscar un hijo no será la exepción.

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