Me llamo Lucía. Alguna vez me hice llamar Milena. Pero no, me llamo Lucía, tengo 34 años, transité la infertilidad, y con ella vinieron mil problemas más... todavía los padezco... necesito contarlos y compartirlos. Gracias por estar ahí.

viernes, 14 de mayo de 2010

Y ahora, qué hacemos??

Esa fue la primera pregunta que se me cruzó por la cabeza. ¿Qué hacer? Y juro que nada tenía que ver con las cavilaciones del camarada Lenin. Esa fue la primera vez que entré a un foro de infertilidad. Yo todavía no sabía bien por qué yo no podía tener hijos, sabía que mis trompas no eran permeables, pero nada más. ¿Tenía solución eso?
Hicimos dos consultas con dos médicos diferentes. Los dos dieron el mismo veredicto: hay que operar. Sólo mediante una laparoscopía podríamos saber si podían destaparse las trompas o no. Si lo lográbamos, el siguiente paso sería estimular mi ovulación para asegurarnos al menos un óvulo disponible por mes. Si no se lograba el objetivo, entonces deberíamos comenzar a pensar en una FIV (fecundación in vitro). Todo eso justo en el momento en que yo sabía que me quedaba sin trabajo a los dos meses.
Demás está decir que mis amigas seguían embarazándose "como si fuera fácil".
Y yo seguía carcomida por un dolor interior que no podía explicarle a nadie. Ni siquiera a mi marido, que ya tiene un hijo de un matrimonio anterior, y que intenta hacerme sentir bien diciendo "yo también quiero tener un hijo con vos", pero que ya es padre, y por lo tanto, no tiene esa duda atroz que le carcome las tripas, esa pregunta sin respuesta, ese interrogante que a mí no me deja dormir.... ¿tendré hijos alguna vez? ¿podré ser madre? El ahí, en lugar de preguntas, tiene respuestas, certezas. Si a eso le sumamos que hombres y mujeres vivimos de una forma muy diferente la experiencia de buscar (y tener) un hijo, que significa cosas diferentes en nuestras vidas... pues bien, yo me sentía más sola que Adan en el día de la madre, valga la comparación.
Nos fuimos una semanita de vacaciones, con su hijo. Él estuvo todo el tiempo con el nene; yo, pintada al óleo. Me sentí más sola todavía. Al regresar, tendríamos que decidir si yo me operaba o no. Era una decisión de a dos, pero al quirófano yo iba a entrar solita....

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