Me llamo Lucía. Alguna vez me hice llamar Milena. Pero no, me llamo Lucía, tengo 34 años, transité la infertilidad, y con ella vinieron mil problemas más... todavía los padezco... necesito contarlos y compartirlos. Gracias por estar ahí.

viernes, 23 de julio de 2010

Mi historia de amor...

Para salir un poco de este tema que nos ahoga tanto, hoy voy a contar cómo me enamoré de quien hoy es mi marido. Fue hace un poco más de 5 años. Nos conocimos en el trabajo, y apenas lo vi, me intrigó su mirada calma y transparente. Un día él me llamó y comenzamos a salir por ahí, a cenar, a tomar algo, al cine. Luego del primer beso, a las escondidas, en nuestro trabajo, no nos despegamos más: él comenzó a quedarse todos los días en casa, y si no podía yo iba a la suya.
Hace tres años nos mudamos, cada uno dejó su dpto "de soltero" y nos fuimos a una casa grande, cómoda. Tiene dos habitaciones, una nuestra y otra de su hijo. En esas cosas soy bastante cabulera y decidí no pensar en futuros niños. Si llegaban, ya veríamos (la pieza que usa su hijo es muuuuy chiquita como para poner una cama más, pero sí entra una cucheta!!!).
El Barba quería que nos casáramos y yo dije que no varias veces. Me daba un poco de miedo y, además, no lo creía necesario, ni importante, ni fundamental, ni nada. Pero resulta que un día me fui de vacaciones con amigas, tipo viaje adolescente, y lo extrañé terriblemente. Fueron sólo diez días pero parecieron miles. Lo llamé cada día y le dije que lo amaba. Y entonces me descubrí diciéndole "y si querés, nos casamos, total estoy segura de que quiero estar con vos toda mi vida". Unos meses después, volvía a proponérmelo, ahora con más solemnidad. Organizamos nuestra fiesta que fue soñada, preciosa. Y comencé a pensar más seriamente en la posibilidad de ser madre. Porque no me quería casar y tampoco quería tener hijos, así de "loca" era yo. Amaba (y amo) mi libertad por sobre todas las cosas. Pero en algún momento entendí que un hijo no es incompatible con eso, sólo hay que buscar el modo de acomodarse.
Siete meses después de la fiesta, para poder ahorrar un poco más (además del dinero que nuestros amigos y parientes nos habían regalado para nuestro casamiento), nos fuimos un mes a Europa. Allí dejamos de cuidarnos. Soñaba con decirle a nuestro hijo que había sido concebido en Venecia, frente a los canales. O en París, ciudad romántica por excelencia. Por qué no en Amsterdam, en donde se la pasa tan bien. O quizás en Praga, que parece una ciudad de cuentos de hadas.
No sucedió. No nos desesperamos: seguramente ya vendría. Todavía lo estamos esperando, a pesar de las tormentas entre nosotros, que antes no casi no conocíamos. Y esperamos ese hijo con muchísimo amor.

3 comentarios:

  1. Que hermosa historia de amor!!! Eso es lo más importante...que haya amor verdadero, porq ese amor nos cuida nos protege y nos ayuda en los momentos dificiles.

    Gracias por compartirlo con nosotras!!
    Y confia que pronto tendremos a nuestros angelitos!!!
    Besitooos!!!

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  2. Que lindo que lo quieras así. Todo va a salir bien hay que tener paciencia a algunas parejas nos cuesta más llegar a tener hijo.

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  3. Andre, Pilot, gracias por comentar!!! hace muy poco que ando por aquí, por el mundo blogger, y me alegra muchísimo saber que cada tanto hay otro del otro lado que me lee. Amo muchísimo al Barba, sí. Ojalá pronto se cumplan nuestros deseos. Pilot, de a poco he leído algunos post de tu blog, te admiro muchísimo. Justamente pedí un turno con la Dra. Blanco para tener otra opinión, no soy de Capital así que voy especialmente a verla, me sale muy caro pero quiero saber que estoy en el camino correcto y no esperar miles de años para que me digan que no puedo. ¿Vos la recomendás?
    Besos a las dos! Gracias por estar...

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