Me llamo Lucía. Alguna vez me hice llamar Milena. Pero no, me llamo Lucía, tengo 34 años, transité la infertilidad, y con ella vinieron mil problemas más... todavía los padezco... necesito contarlos y compartirlos. Gracias por estar ahí.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Mi relación con la religión. Mi experiencia con el padre Ignacio.

Bueno, como prometí en un post anterior, aquí les cuento un poco cómo fue y cómo es mi relación "esquizofrénica" con la religión. Y de paso les voy a contar mi experiencia con el padre Ignacio. Es un post largo, así que ármense de paciencia. Si se aburren, pasen por el post "si querés llorar, llorá" y dejen su consejo de película para hacer catarsis, que nos va a venir bien a más de una.

Soy hija de una madre atea casi fundamentalista en su ateísmo. Y de un padre católico hasta la médula. Con lo cual, como podrán imaginarse, los problemas comenzaron desde pequeña. Por suerte se pusieron de acuerdo en algo: no bautizarían a sus hijos. Mi padre tiene una fe inconmovible, pero respeta con la misma potencia todas las otras religiones. Piensa que Dios es sólo uno, y que el hombre le adjudica, de acuerdo a su historia y su cultura, diferentes formas de presentarse y de rendirle culto. Por ese motivo, a pesar de ser creyente, cree que cada uno debe elegir qué quiere hacer para su vida. Por lo tanto, nada de bautismos: cada uno de nosotros elegiría si quería ser bautizado o no, cuándo, y en qué religión. Obviamente, en tanto no fuimos bautizados, tampoco nos mandaron a catecismo ni tomamos la comunión.

Ambos padres, además, confían, creen y sostienen a la educación pública. Entonces mi formación fue esa y no confesional. Al iniciar tercer grado, nuestra maestra nos dictó una oración para poner en el cuaderno: era una oración en donde se pedía a la virgen que nos ayude y nos guíe en el camino que emprendíamos ese año. Como podrán imaginarse, mi madre vio eso y puso el grito en el cielo. Al día siguiente fue a hablar con la maestra, a recordarle que esa era una escuela pública y, por lo tanto, laica. Minutos después, la maestra entraba al grado y preguntaba con malicia: "¿quién de ustedes no cree en Dios?". Y yo levanté la mano con convicción. Fui la única, obvio. En el recreo, mis compañeros me llenaron de preguntas y me miraban como bicho raro (recuerden que teníamos sólo 8 años) y me decían que cómo podía ser que no creyera. Horrible. Como dije alguna vez, siempre fui una olfa importante (además siempre me gustó leer, leía desde los 4 años y me pasaba horas y horas leyendo libros, novelas y afines), así que al día siguiente comencé a leer la biblia por mi cuenta, obvio que me salteaba bastantes párrafos y cosas que no entendía. Pero cuando retornamos de las vacaciones de invierno desafié a más de un compañero a comparar sus conocimientos bíblicos con los míos. Y ese fue mi primer acercamiento a la religión. Lo que leí me había parecido un relato bastante convincente, aunque no había bastado para que me acercara a la iglesia ni nada de eso.

En séptimo grado, tuve una maestra que captó con bastante rapidez mi interés en ayudar a los otros, en ser solidaria y en preocuparme por los demás. Me invitó a participar del coro de la iglesia para ayudar a los más chiquitos a quienes les costaba la lectoescritura, y de paso cantábamos. Iban varios de mis compañeros. Así que comencé a ir, y eso implicó ir todos los domingos a misa a cantar. Y sentirme un bicho raro porque no sabía ni el padre nuestro, ni el credo, ni el ave maría, ni nada. Ahí fue mi primer desencanto: veía arrodillarse y persignarse a gente muy mala, conocida en el pueblo por su maldad e hijaputez. Había algo que no entendía. (Yo vivía en un pueblo muy muy pequeño cuando era chica). Desde allí en adelante abandoné la religión, lo poco que había recibido de ella.

Cuando ya estaba terminando la secundaria, me sumé, junto con la atea de mi madre y mucha gente más, a colaborar con el cura del pueblo, un tipo único, absolutamente comprometido con su gente, quien creía que ser cristiano tenía que ver con ayudar al prójimo, con darle al pobre ayuda, con practicar cada día la solidaridad, el compartir, y esas cosas maravillosas. El había armado un comedor inmenso, mi pueblo era un pueblo muy pobre, él le daba de comer a muchos chicos, cientos y cientos, e iba casa por casa pidiendo colaboraciones para su comedor. Mis padres, que tenían posición económica estándar por entcones, iban todos los meses al Makro y compraban lo que él les pedía. Si eso implicaba quedarse sin alguna salida o sin darnos algún gusto, pues no importaba. Al comedor se iba a servir: éramos nosotros los que servíamos a nuestros hermanos. Pelábamos cebollas, ajos, cortábamos pimientos, tomates, carne. Lavábamos platos, servíamos la comida, levantábamos la mesa, íbamos y veníamos por los pasillos atiborrados de gente quemándonos con las fuentes y asegurándonos que todos recibieran su ración. Demás está decir que NUNCA NINGUNA AUTORIDAD NI ORGANISMO OFICIAL DE LA IGLESIA LE DIO NADA A ESTE CURA. Al contrario: como él no pasaba la cuota que debía a la iglesia, lo "castigaron" dejándolo sin ascenso en el pueblo. Cosa que él agradeció infinitamente, porque no quería irse, y porque todos lo adorábamos (salvo quienes creían que "los negros" eran peligrosos y no había que darles nada).

Así fue como comencé a creer en las personas y no en las instituciones. En los hechos y no en las palabras. En el amor al prójimo en cualquiera de sus formas, y no en oraciones recitadas de forma vacía porque al instante esa misma gente maltrata a quienes menos tienen o dice que "a los negros hay que matarlos a todos". Y comencé a alejarme de la Iglesia, porque era cada vez más grande, y me daba cuenta de que se trataba de una institución deplorable, que estaba llena de hijos de puta que se escondían tras la fachada de la religión. Cuando terminé 5to año viajé con mi familia a Roma, nuestro primer viaje fuera del país, y cuando entré al vaticano, me conmoví hasta las lágrimas con la escultura "La piedad", de Miguel Angel. Pero me llené de odio viendo tanto oro, tanta opulencia, tanta ostentación. Las contradicciones otra vez a flor de piel.

CONTINUARÁ

5 comentarios:

  1. Mile, la Iglesia es una institución hecha por hombres. Yo, a pesar de mi profundo alejamiento, no separo tanto. No creo tanto en una institución y sus excepciones. La Iglesia es todo, con lo bueno y lo malo. Lo bueno también existe gracias a la institución. Yo conocí muchísima gente de la Iglesia como el cura de tu pueblo. También hay muchos de los otros, de los hipócritas, si querés los pecadores... Pero yo tampoco soy buena y sin mancha. Tal vez los "malos" están ahí y hacen su mea culpa, no lo sé. Creo que la Iglesia también tiene su propia historia. La opulencia del Vaticano representa una parte de esa historia. Qué sé yo, es un tema muy complejo. Yo la veo casi como a una persona, con sus virtudes, defectos, contradicciones. No comulgo con gran parte de lo que propone. Y respeto muchísimo gran parte de lo que también propone. Yo me alejé por muchísimos motivos, más personales que otra cosa. No me banco la parte que juzga, que cree que sabe lo que está bien y lo que está mal, que mantiene prejuicios prehistóricos. Respeto si la fe (aunque no la tengo) y básicamente la solidaridad con el otro. Pero eso para los cristianos se basa justamente en su fe. Por eso me cuesta separar una cosa de la otra. No sé, mi humilde opinión... Besos!!

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  2. Hola Pachu, supongo que sí, que la iglesia es todo, y hombres como este cura, nunca pensaron en irse de la iglesia a pesar de todo lo malo y todo lo que disentían con muchas cosas. Seguro que nadie está exento de "manchas", pero las de la iglesia en tanto institución, o al menos algunas de ellas, son terribles!!! van justamente en contra de lo que predican. Yo sí separo, creo que cada uno encuentra distintos caminos para intentar ser una buena persona, ser solidario con el otro, y poder brindarse a los demás. La religión es sólo uno de ellos. Como por ejemplo, la medicina: hay médicos absolutamente comerciantes y que estudiaron pensando en tener dinero (sobre todo en otras épocas) y otros que entregan todo por los demás (como supongo que es Chipi!) y cumplen con el juramento hipocrático. Yo tampoco soporto la parte de la iglesia que juzga. Tampoco los anacronismos: ¿cómo puede ser que sigan pensando que no se debe usar preservativo? (y el otro día cuando finalente lo aceptó el papa, salió a aclarar todas las formas en las que sólo podía ser aceptado (que era nunca, finalmente) Pero bueno, a mí me sirve separar porque pienso que las buenas personas seguramente hubiesen encontrado distintas vías para poder brindarse al otro, la religión es una de tantas, y como todas las otras, no asegura nada... igual, es algo realmente complejo, yo no tengo nada claro, lo que escribiste me deja pensando, sé que en mi historia me sirvió poder separar, justamente para no anular todo lo que venía de ese lado.
    Te mando un abrazo, nos leemos!!!

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  3. Tal cual, uno a veces ve incongruencias tan grandes que te da mucha bronca, y no podés entender que todo eso conviva bajo el mismo nombre. Pero yo lo que te quería transmitir es que hay muchas personas que viven la religión profundamente, con errores seguramente, pero con buena leche. Yo por lo menos conocí más de los "buenos" que de los malos y no solamente en los lugares donde se necesita muchísima ayuda, sino también en lugares donde lo que se necesita alimentar es la fe. No solo la necesidad material es necesidad. Y la solidaridad se puede aplicar a muchas acciones, qué sé yo, creo que somos claro ejemplo de una carencia que no es necesariamente de dinero. Y en ese sentido creo que hay "curas" diferentes, para distintas cosas. Después igual con los católicos bienintencionados disiento en muchísimas cosas. Y claro que se puede ser buena persona desde otro lugar absolutamente distinto al de la fe. Pero creo que muchas veces ciertas acciones de entregar la vida a los demás sólo se sostienen desde la fe y/o desde una necesidad personal, que andá a saber qué origen psicológico tiene en cada uno... A mi me mandaron a un colegio católico pero mis papás no eran para nada religiosos, así que también era medio sapo de otro pozo, y alimenté mi religión bastante "sola" en cuanto a lo familiar. Y como me contestaste en el otro post, a veces también me gustaría tener fe, en mi caso, volver a tenerla, pero siento que es algo medio irreversible. Igual cuando voy a misa me emociono. Hay algo ahí que todavía me conmueve, con las canciones, las canto y se me hace un nudo en la garganta. Se mezcla mucho todo. Eso es parte de mi inconciente... Me parece lindo que hayamos sacado estos temas cuando se acerca fin de año ... Besos!!

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  4. Pachu, lo reconfortante de estos diálogos es sentirse acompañada más allá de las creencias y religiones. Rodeada de buena gente. No nos conocemos pero todas han dejado comentarios muy lindos en relación a estos temas, y eso me hace pensar que hay mucha buena onda y mucha solidaridad entre nosotras. Y eso es con o sin religión de por medio. Está bueno el intercambio. Y sí, hay cosas que nos conmueven más allá de lo "racional"... por suerte!!!
    Te mando un abrazo. Y te leo.

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  5. Yo tampoco practico la religion ni tuve preparacion formal, no tome la comunion ,no me case por iglesia. Pero los actos de bondad,solidaridad y generosidad estan mas alla de cualquier religion.Es algo intrinseco a uno mismo. la religion y las convicciones nacen desde lo mas profundo de cada uno y en consecuencia se obra.
    Besos

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